Turismo cañí

2009

Uno de los episodios más desconcertantes de mi infancia tuvo lugar el día en que en el casal de verano nos enviaron de excursión a un espectáculo pseudo-taurino en un local para turistas (sí, en los años 80 estas cosas se consideraban normales). A lo largo de las dos décadas siguientes, el recuerdo me fue visitando esporádicamente en forma de breves destellos en los que, entre un montón de adultos en pantalón corto partiéndose de risa, conseguía discernir la figura de una vaquilla persiguiendo a un guiri visiblemente alcoholizado. La estampa era tan surrealista que en alguna ocasión llegué a pensar que en realidad nunca la había presenciado y que solo era producto de mi fantasiosa imaginación infantil.

En el verano de 2008, en una de nuestras primeras salidas de exploración de lugares abandonados, mi amigo Alargus me habló de un restaurante a medio camino entre Sant Cebrià y Sant Iscle de Vallalta donde había encontrado los vestigios de una plaza de toros. No hace falta decir que supe de inmediato de qué lugar me estaba hablando.